domingo, 29 de abril de 2012

En La Primavera, ¿qué sigue?



29 Abr. 12

Mario Silva Rodríguez

El Bosque La Primavera es un ecosistema estratégico para la salud y la calidad de vida de los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Decretado como Zona de Protección Forestal desde 1980, y posteriormente como Refugio de Flora y Fauna, en los años 90, el bosque ha padecido durante varias administraciones de todos los colores políticos, ineficiencia en su manejo, su conservación y su protección frente a los múltiples intereses que sobre él se ciernen.

Es de dominio popular que los meses de abril y mayo son particularmente complicados para La Primavera; el historial de incendios en el Bosque es amplio. El más fuerte fue en el 2005 con más de 11 mil hectáreas quemadas. El que ocurrió hace unos días fue de más de 8 mil hectáreas siniestradas.

La preocupación por el bosque por parte de la sociedad civil no es nueva. Desde hace más de 30 años existen diversas iniciativas que han promovido acciones de difusión y divulgación sobre la importancia de este espacio natural Sin dinero, sin apoyo gubernamental pero con mucha voluntad de aportar, la ciudadanía ha hecho un valioso y silencioso trabajo de gestión ambiental y forestal.

El problema histórico de La Primavera tiene que ver con la tenencia de la tierra; cerca de un 85 por ciento de su superficie total (que está estimada en 30 mil 500 hectáreas) se encuentra en manos privadas, es decir, un 50 por ciento en pequeños propietarios y un 35 por ciento de comuneros y ejidatarios, que si bien no son totalmente privados, tienen intereses específicos sobre sus terrenos. Sólo el 15 por ciento es considerado como patrimonio público.

Es ahí donde radica parte del problema estructural de su gestión. Pese a los mecanismos jurídicos, acuerdos de protección y zonas de amortiguamiento, sumados a los recientes Programas de Ordenamiento Ecológico Locales que los municipios de Tlajomulco y Zapopan han aprobado, los intereses inmobiliarios y agropecuarios ejercen una fuerte presión sobre todo para cambiar los usos del suelo. Los enemigos del bosque quieren que éste deje de ser forestal y de conservación para convertirse en urbano y de usos comerciales.

A esta lamentable situación se suma el hecho de que el mecanismo de coordinación institucional para el manejo del bosque no ha sido funcional ni eficiente. El Gobierno federal transfirió la administración del bosque al Gobierno de Jalisco en el año 1995 y éste ubicó el tema en la Secretaría de Desarrollo Rural, entidad que si bien tiene una vinculación con las plantaciones silvícolas y aprovechamientos madereros de los bosques, carece de los instrumentos jurídicos, de planeación y política pública para afrontar el reto de manejar adecuadamente este ecosistema.

Por su parte, los Ayuntamientos en cuya superficie está La Primavera (El Arenal, Tala, Tlajomulco y Zapopan) también han fallado en controlar el crecimiento desmedido de la mancha urbana y, pese a la existencia de decretos de zonas de amortiguamiento que restringen las actividades productivas y económicas a un perímetro específico que circunda al bosque, se siguen otorgando licencias y permisos para construcción y extracción de materiales.

Y algo no menos importante ha sido la cultura ambiental que los visitantes de La Primavera manifestamos a través de nuestros hábitos y actitudes. Grandes cantidades de basura, en su mayoría plásticos desechables; gente que fuma en este espacio que, aunque abierto, es altamente frágil. Ruido, vehículos que por su peso compactan el suelo, entre otras acciones que amenazan a la flora y fauna del lugar.

Ante estos elementos, cabe hacerse la pregunta ¿qué sigue para La Primavera después del incendio? En principio, sostener la mediatización en prensa, radio, televisión y redes sociales de la importancia que tiene para Guadalajara y su zona conurbada por sus servicios ambientales. En segundo término, replantearse la necesidad de hacer patrimonio público la totalidad de sus hectáreas. Algunos le llaman expropiación y otros hablan de llegar a acuerdos económicos con los dueños del bosque.

El mayor reto lo tenemos desde la educación ambiental y la participación ciudadana. No sólo motivar a las personas a hacer algo, sino a cambiar sus hábitos y actitudes frente a lo que significa verdaderamente La Primavera para nuestras vidas cotidianas.


Integrante del Consejo Ciudadano de Movilidad no Motorizada del Ayuntamiento de Guadalajara y miembro del Colectivo Ecologista Jalisco A.C.