lunes, 22 de junio de 2009

El malestar ciudadano

René Delgado (mural 200609)

Cuando el debate de una campaña electoral lo nutre ejercer o anular el voto, se entiende que la distancia entre ciudadanos y partidos está cerca de una fractura.

En ésas estamos y ese debate se ha tratado de ridiculizar -ahí está el payaso de Vicente Fox, calificándolo como "una jalada"- o de neutralizar con foros o promesas notariadas pero, en el fondo, se desprecia por los partidos: en vez emprender ahora una acción legislativa clara y contundente, se ha pretendido hacer creer que próximamente la ciudadanía será tomada en cuenta.

Pese a la desesperación supuesta en la anulación, los partidos no se conmueven. Saben que con muchos o pocos votos, legitimados o no, tendrán sus curules y, entonces, no ven por qué atender el malestar ciudadano.

El peligro de vaciar la democracia es que, esta vez, ese acto de repulsa es consciente, exige ir a la casilla y, ahí, dejar constancia de que no hay elección posible, y se da en una atmósfera sobrecargada por la violencia desplegada por los factores reales de poder -criminales o no- que, al reconocer la fragilidad del momento, aprovechan para apresar las instituciones nacionales y el Estado de Derecho.

* * *
Muy vieja data tiene el divorcio entre ciudadanía y partidos y, a pesar de los peligros que entraña para la solución pacífica y civilizada de las diferencias, los gobiernos y los partidos lo ignoran o, peor aún, lo agravan.

A excepción de la reforma política de finales de los 70, las demás han sido simples ajustes electorales. Esas otras reformas han puesto la energía y el esfuerzo en los derechos de los partidos, pero no en sus obligaciones y, desde luego, han menospreciado los derechos ciudadanos.

Sin duda era importante que el voto fuera contado y contara, pero eso no bastaba ni basta. Todos los demás instrumentos de participación ciudadana -excepción hecha del acceso a la información- fueron escamoteados. Los partidos se esmeraron en elevar a los mexicanos con mayoría de edad al rango de electores, pero no de ciudadanos.

Las mil y un reformas de Estado cacareadas durante los últimos años nunca rebasaron el nivel electoral. Abordaron, como de si abalanzarse sobre un botín se tratara, las reglas para repartir el poder entre los partidos; y despreciaron, como si de residuos tóxicos se tratara, las reglas para rendir cuentas a la ciudadanía sobre el ejercicio de ese poder. Más de dos décadas se ocuparon en ajustar el porcentaje para el registro de los partidos, en aumentar sus prerrogativas, en integrar los órganos regulatorios, en normar su propaganda... pero siempre se dejó para otra ocasión ampliar la participación ciudadana.

* * *
A esa conducta se agregó otra más peligrosa. Fincar las campañas electorales en la confrontación y la polarización ciudadana sin preocuparse, después, por reponer puentes de entendimiento entre ella.

En el 2000 pasó desapercibido ese peligro porque se decidió pagar el precio de la alternancia pero, luego, el foxismo no quiso ni supo convertir la alternancia en alternativa para consolidar la democracia. Desperdició la oportunidad de transformar el poder y rediseñar el régimen.

Luego, en el 2006 se echó mano del Estado de Derecho para eliminar a un adversario así como del discurso de los pacíficos contra los violentos, de los criminales de cuello blanco contra los pobres pero honestos. Ahora, el partido en el Gobierno no tiene empacho en presentar la elección como la opción de estar con o contra el crimen y de usar el combate a éste como instrumento de campaña.

A la ciudadanía se le ha confrontado poniéndole un cuchillo entre los dientes para que salga a encarar al otro -su vecino, su paisano, su compañero de trabajo- como el causante de que el País no salga del agujero a donde lo han llevado los partidos.

Incapaces de resolver sus diferencias, los partidos las trasladaron a los ciudadanos hasta generar un profundo desencuentro nacional.
* * *
Desinteresados en legitimarse en las urnas sobre la base de darle contenido ciudadano al continente que son los partidos, los Gobiernos emanados de esas elecciones han recurrido a otros instrumentos para consolidarse en el poder.

Si a Salinas el quinazo le vino como anillo al dedo, Calderón vio en el crimen organizado al enemigo común al que la nación en su conjunto y sin chistar tenía que hacerle frente. Así, sin estrategias ni planes, se ha embarcado a la Nación en una y otra aventuras.

Ahora mismo, aun cuando se exhiben como trofeos de caza las detenciones, los decomisos, las incautaciones y los operativos, el resultado de esa aventura no es muy alentador: el autoritarismo cobra fuerza, la violencia aumenta y la garantía a la integridad, el patrimonio y la seguridad de la ciudadanía sigue siendo una quimera.

Hasta el lenguaje ha sido trastocado por la violencia. Los encobijados, los encajuelados, los ejecutados, los decapitados, los cocinados y, ahora, después de ver los cuerpos aparecidos en Uruapan, los destrozados... son palabras de uso corriente. El grado de la violencia exhibe el nivel de impunidad prevaleciente, no la victoria del Estado de Derecho.

* * *
Sin reformar el poder, sin legitimarse en las urnas, polarizando a la gente e integrando la violencia a la costumbre, Gobiernos y partidos se han echado en brazos de los factores reales de poder al precio de soltarles las riendas de su voracidad.

Como a esos factores de poder, Gobiernos y partidos no pueden dispensarles trato criminal porque, a fin de cuentas, se han asociado con ellos para sostenerse al frente de las instituciones, el chantaje, la imposición, el privilegio, la transa y la arbitrariedad se han convertido en la forma de entendimiento con ellos. Sin relleno ni respaldo ciudadano, Gobiernos y partidos sucumben ante esos factores de poder y, por lo mismo, sacrifican los intereses nacionales en favor de los intereses particulares de sus patrocinadores.

* * *
Hasta hoy, los anulistas no han conseguido nada. El canto de los partidos asegurando tenerlos presentes es música de fondo. Deben sostener y aumentar la presión hasta arrebatar, antes del 5 de julio, la convocatoria a un periodo extraordinario a realizarse por la actual Legislatura. Es ahora, no mañana. Exigir una acción legislativa clara, contundente y asertiva -se antoja, la reducción del número de integrantes del Congreso de la Unión, con aplicación al 2012- para, entonces, votar en vez de anular el voto.
Hay tiempo, poco, para darle contenido ciudadano al continente de los partidos. Otra cosa es fijarle fecha a la fractura.

sobreaviso@latinmail.com

martes, 9 de junio de 2009

Precisiones

sábado 6 de junio de 2009

LAURA CASTRO GOLARTE

Los movimientos ciudadanos que proponen a los electores anular sus votos en las elecciones del 5 de julio, las locales en Jalisco para la renovación del Poder Legislativo y de munícipes de 125 ayuntamientos; y las federales para elegir a los legisladores de la Cámara de Diputados, ha generado un debate interesante y alentador, entre ciudadanos que manifiestan posturas diversas.
Desde la clase política, en cambio, la propuesta es rotunda y sonoramente descalificada y satanizada, al grado que, a sabiendas de que es diferente, enfatizan que no ir a votar deja en evidencia la irresponsabilidad cívica de quienes apoyan la idea.
Parece que no, pero esta manipulación de conceptos genera confusión.
Pues bien, no votar, es decir, ni siquiera asistir a la casilla electoral el día de la jornada, es lo que se conoce como abstencionismo. Ciudadanos que por alguna razón (incluso sin ella) no ejercen su derecho.
Anular el voto no es abstenerse. Los ciudadanos que toman esa decisión sí acuden a la casilla y optan por no entregar su valiosísimo voto a ningún candidato registrado.
Hasta ahora, la clase política (léase dirigentes de partidos políticos, candidatos, funcionarios públicos, líderes religiosos, caciques locales, cúpulas empresariales y sindicales) le han dedicado mucho tiempo a denostar a los promotores del voto nulo, pero en ningún momento han manifestado la más mínima preocupación con respecto a los motivos.
Rehuyen el análisis y, concentrados en su objetivo electoral del 5 de julio, no atinan a darse cuenta (y si acaso se percatan del fondo, la estrategia es errónea) de que la movilización de la ciudadanía tiene su raíz en una clase política que no funciona, es ineficiente, desoye las demandas ciudadanas, menosprecia y desestima la participación cívica, diseña y aprueba leyes a modo, es corrupta, manipuladora y autoritaria.
La descalificación que del movimiento están haciendo los partidos políticos, sus candidatos, organismos electorales y jerarcas de la Iglesia católica, sólo contribuye a fortalecer el convencimiento de muchos mexicanos y jaliscienses, de que desde el poder, se hacen oídos sordos a los gritos de la sociedad.
Se ha señalado que anular el voto “no contribuye al fortalecimiento de la democracia en México”, pero si hay un movimiento creciente para votar nulo, es porque la clase política es la que no aporta nada a esa democracia que tanto ensalzan y hacen como que practican.
Es una opción y atribución del ciudadano dar su voto al candidato de algún partido, también es una opción no votar y es una opción anular el voto… O qué ¿acaso no vivimos en democracia? Y, en todo caso, es una propuesta, no una imposición… precisando.

lunes, 1 de junio de 2009

Este 5 de julio. VOTA INDEPENDIENTE

Este 5 de julio. VOTA INDEPENDIENTE

Al pueblo de México:

A sus ciudadanos:

CONSIDERANDO:

    Que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece el derecho de los ciudadanos mexicanos a votar y ser votados.

    Que el sistema de partidos políticos en México está en una profunda crisis.

    Que el modelo de representación popular se encuentra agotado por el monopolio del poder de los partidos políticos, creando una grave falta de credibilidad en los procesos electorales y conlleva a desarrollar formas autoritarias en la toma de decisiones de los gobernantes y legisladores.

    Que las últimas reformas electorales garantizaron los derechos de los partidos políticos y no de los ciudadanos.

    Que no basta manifestar nuestro rechazo y desacuerdo, sino que es necesario convertirlo en propuestas legislativas y organización ciudadana y un amplio movimiento.

    Que es necesario que los ciudadanos del país conquisten por la vía del voto a través de las candidaturas independientes ciudadanas el derecho a la representación popular.

    Que el costo de los partidos y sus campañas en México, es un agravio para la sociedad mexicana.

    Que es necesario renovar la vida pública y política de nuestro país.

    Que frente a esta crisis general, es necesaria una salida democrática y no más autoritarismo, partidocracia y concentración del poder.

Por tanto:

LLAMAMOS A

PRIMERO: Participar en el inicio de un movimiento por la democracia efectiva que busca rescatar el derecho constitucional de los ciudadanos de decidir libremente por quién votar, ser votados y ser consultados.

La primera manifestación de este movimiento se realizará este 5 de julio de 2009, a través de un plebiscito ciudadano para VOTAR INDEPENDIENTE por candidatos y propuestas, firmando en un documento-mural a favor de una reforma electoral que modifique el actual sistema electoral que monopolizan los partidos políticos, permita el registro de candidaturas independientes y que reduzca sustancialmente los gastos de campaña, comunicación y propaganda.

Estos murales de papel serán colocados en lo posible, frente a las casillas oficiales del IFE, contando con una mesa y una manta que las identifiquen, para plasmar ahí la firma de los ciudadanos participantes. Para hacer de esta protesta una propuesta legislativa, se pondrá a la vista un documento para firma, con nombre y número de credencial de elector en cada mesa que hayamos colocado, donde podamos y con el esfuerzo de todos.

El 5 de julio, será el punto de partida de una amplia iniciativa civil a favor de la democracia política.

SEGUNDO: Que a través de estos murales y firma de propuesta legislativa, se exprese la opinión de los electores sobre si se está de acuerdo con el actual sistema electoral, el monto del pago de prerrogativas a los partidos y campañas de contenido vacío, sin propuestas ni programas.

TERCERO: Expresar también, de manera precisa, si se está de acuerdo con las candidaturas independientes y contra el monopolio exclusivo que tienen hoy los partidos, como vía única para ejercer el derecho de los ciudadanos a ser votados.

CUARTO: Que este 5 de julio sea una protesta con propuesta para ciudadanizar la política, exigir rendición de cuentas y rechazar la partidocracia que monopoliza las decisiones.

QUINTO: Que hagamos de esta jornada un acontecimiento que forme parte de los movimientos precursores por el ejercicio democrático al referéndum, el plebiscito y la iniciativa popular.

Este 5 de julio: Vota por tus derechos. Vota independiente

El repudio toma forma


ÁLVARO DELGADO

Ante la frustración de los ciudadanos que no encuentran una oferta
electoral creíble, pese a la costosísima infraestructura de los
partidos y los órganos electorales, en crecientes segmentos de la
sociedad –sobre todo a través del instrumento de moda, las páginas de
internet– se extiende una campaña, paralela a la de los partidos, para
que el 5 de julio la gente acuda a las urnas y anule su voto. Entre
quienes participan en ella hay de todo: jóvenes blogueros, políticos
descontentos, analistas y ciudadanos que simplemente están, y así lo
dicen, hartos del sistema…

De la frustración, el resentimiento y el desprecio que concita el
degradado sistema político mexicano emerge, desde vastas zonas del
país, un movimiento de ciudadanos que convoca a poner un “hasta aquí”
a los políticos, los partidos y la representación popular, como la
Cámara de Diputados, a través de una acción insólita: ir a las urnas
sólo para anular el voto.
Se trata de un fenómeno espontáneo que empezó a tomar forma organizada
en Puebla, en marzo pasado, y que se ha extendido con rapidez a varios
estados de la República, sobre todo a través de páginas de internet y
blogs y que se propone, en las elecciones del 5 de julio, lo que
parece una paradoja estéril: reformar el sistema político mexicano
repudiándolo.
“Anulando el voto estamos diciendo que este sistema no funciona y que
queremos cambiarlo, y tenemos la esperanza de que el mensaje sea de
tal manera fuerte e inevitable que fuerce a los políticos a entrar en
una reflexión para reformarlo”, explica Gabriel Hinojosa Rivero,
dirigente del movimiento Gobierno de Segunda Generación (G2G), pionero
de esta singular protesta, que ya le generó amagos de castigo en
Puebla.
“Rechazo a los partidos y sus candidatos, pero no a la democracia”,
aclara el movimiento “Tache a todos” que encabeza Hinojosa, quien con
ese nombre lanzó una página de internet que expone las razones para
anular el voto, instruye cómo hacerlo e inclusive convoca a un
concurso de cartel y video con premios de hasta 21 mil pesos.
Primo de Felipe Calderón, jefe del Ejecutivo, y primer alcalde del
Partido Acción Nacional de Puebla capital, militancia a la que
renunció en 2004, y aspirante a ese mismo cargo en 2007 con el apoyo
del Partido del Trabajo, Hinojosa afirma que es preciso que haya
candidaturas ciudadanas, reelección de legisladores, reducción de
diputados y creación de partidos municipales.
En este movimiento, aclara, nada tiene que ver Calderón: “Le tengo
aprecio y respeto como pariente y como presidente también, pero queda
claro que yo no estoy en su proyecto y que tengo una trayectoria muy
clara desde antes”.
–¿Han hablado sobre esto?
–Sí, desde luego. Desde antes de todo esto él dijo: “Tengo gran
aprecio por tu capital político en Puebla. Me da mucha pena que no lo
insertes en mi partido, pero respeto profundamente que sigas tus
propias convicciones”. Él lo lamenta, pero lo respeta. Y yo lo aprecio
y lo respeto a él.
Con diversos nombres, pero con el mismo objetivo de repudio a los
políticos mediante la abolición del voto en la casilla, estrategia que
contrarresta al mismo tiempo la abstención –dicen sus promotores–,
proliferan iniciativas en la Ciudad de México y en varios estados del
país, cuyos diagnósticos, agenda de discusión y aun la creatividad
para persuadir a los potenciales “anulistas”, difieren.
En Jalisco, por ejemplo, el lema del movimiento que inclusive ya
irrumpió en las calles de Guadalajara el viernes 22 de mayo, es
categórico y ha concitado controversias: “Para políticos nulos, votos
nulos”.
Carlos Páez Agraz, quien junto con Gladis Martínez, Margarita Sierra,
Etienne von Bertrab, Bernardo Jaén, Jaime Meade y Juan Carlos Soto
comenzó el movimiento en esa entidad, no tiene duda: “La enfermedad de
México es su régimen. Tenemos que cambiarlo de manera no violenta y la
primera etapa es: Así no”.
Con base en el artículo 39 constitucional, que establece que el pueblo
tiene en todo momento el inalienable derecho de alterar o modificar la
forma de su gobierno, el grupo promotor de Jalisco comenzó a reunirse
en abril para revisar datos sobre armonía, prosperidad y
sustentabilidad, que “demuestran que caemos en picada”.
Expone: “Conviven una crisis económica que parece devastadora, la
descomposición política, los crecientes niveles de violencia, y
estamos entre los tres países más corruptos y violentos del mundo. El
tejido social está desgarrado, 84% de mexicanos desconfiamos mucho de
otros mexicanos. Estos problemas de primer plano ya no pueden ocultar
uno peor, que es el deterioro del territorio”.
En entrevista por correo electrónico, Páez Agraz, ingeniero civil de
41 años de edad y consultor de organizaciones sociales, afirma que el
primer paso para transformar el sistema político es el grito de “hasta
aquí” que representa anular el voto en la casilla.
“Existen muchas propuestas de modificaciones a las leyes tremendamente
inteligentes y bien planteadas: juicios orales, revocación de mandato,
candidaturas ciudadanas, el agua como derecho humano, ordenamiento
territorial, control social de lo público, etcétera. Muchos ciudadanos
y organizaciones están preparados para construir una agenda y empezar
a deliberar. La pregunta es si debemos meterle más parches a nuestro
contrato social o si tenemos que diseñar uno nuevo.”
El movimiento “políticos nulos, votos nulos” ha establecido una red de
comunicación con activistas de Puebla; Torreón, Coahuila; Mexicali,
Baja California; y el Distrito Federal, con los que se trabaja vía
electrónica, sin conocerse personalmente, cada cual con sus
peculiaridades.
“Ver a México como un todo es muy complejo en este momento. Cada
estado de la República tiene sus particularidades, cacicazgos, pero
también tiene ciudadanos interesados. Lo que está claro es que, sin
distinguir colores, los políticos no tienen nada que presumir ni nada
que prometer que sea creíble”, subraya el activista.
Y pone el ejemplo de su propio estado: “Jalisco ha hilvanado 14 años
de gobiernos estatales panistas, quienes han encontrado el camino para
coexistir con los demás partidos mediante el reparto de puestos,
poderes y presupuestos. Los sindicatos siguen controlados por el PRI,
Francisco Ramírez Acuña tiene sometido al PAN, Raúl Padilla López,
exrector de la Universidad de Guadalajara, controla brutalmente a
muchos académicos, al PRD estatal y a un sector importante del PRI.”
Resume: “Jalisco parece estancado políticamente en los setenta, pero
con el PAN al mando. Para muestra el Chinguen a su madre que nos
propinó el actual gobernador, Emilio González Márquez, el año pasado.
En democracia, en cuatro horas estaría fuera y con proceso legal
abierto”.
En San Luis Potosí el movimiento se reduce sólo a la capital, reconoce
Noel Algara, un expanista de 29 años de edad y líder de un grupo de
rock, quien sin embargo prevé crecimiento de la propuesta de anular el
voto por el desencanto generalizado en la política, como a él le
ocurrió:
“El cansancio por nuestro desigual y excluyente sistema político, la
molestia de ver consolidada una partidocracia en México, un IFE al
servicio de los intereses partidistas y una democracia vapuleada,
prostituida y engañada por unos cuantos de siempre, fueron algunos de
los motivos que reunieron a varios amigos para buscar la manera de
generar una conciencia alternativa.”
–¿Con qué estados se ha establecido comunicación?
–Hemos sido visitados en internet por gente de Aguascalientes y de
Chihuahua. Se animan al saber que hay muchas personas con intención de
anular su voto y decir ¡ya basta! En sus respectivos estados también
se escuchan las mismas voces. Esto está creciendo.

Boicot efectivo, no abstención

El llamado a anular el voto en las elecciones del 5 de julio cobra
relevancia en el contexto de la guerra sucia entre los partidos
políticos, el selectivo embate policiaco del gobierno de Calderón
contra opositores y, sobre todo, el desastre económico del país
acreditado por las propias cifras oficiales.
Junto con diagnósticos y agenda consistentes para argumentar por qué
es políticamente útil anular el voto, aparecen también convocatorias
desenfadadas y hasta humorísticas con el mismo fin, como la del blog
“Yo voto por quien quiera”, dirigido a los jóvenes y que llama a votar
por un ídolo.
En vez de cruzar toda la boleta, se propone escribir en el espacio en
blanco de la boleta el nombre de personajes como Kurt Cobain, Pancho
Villa, Jim Morrison, Tin Tan, Juan Rulfo, John Lennon, Sor Juana Inés
de la Cruz, Jimi Hendrix, María Félix, Aristóteles, Frida Kahlo,
Simone de Beauvoir, Che Guevara, Heath Ledger, Emiliano Zapata, Benito
Juárez o Ricardo Flores Magón…
“Esta es la forma como protestaremos contra la corrupción del sistema
político mexicano. Queremos que nos escuchen, que nos vean, que nos
lean”, subraya la convocatoria, y aclara que no se debe votar por
alguien que esté vivo, y pone el ejemplo del actor Diego Luna.
“Nadie nos asegura que el PAN, PRI, PRD, Verde, Convergencia, Panal,
PT, PSD o el que sea, después lo contraten para que salga en un
anuncio televisivo pagado por nosotros y diga: ‘Soy Diego Luna, no
puedo ser tu candidato, pero te digo que votes por el X diputado…’. Es
muy peligroso porque no faltará quien desvirtúe el movimiento y diga
que todos los jóvenes somos de determinado partido. Por eso mejor
difundir que votaremos por muertos... ¡Así no hay pierde!”
Ese blog se ufana de que a esta iniciativa se han sumado otros
espacios en internet, entre ellos Ciudadanos en Red, que en efecto
reproduce la convocatoria. Lo paradójico es que esa iniciativa forma
parte de Metrópoli 2025, cuyo consejo directivo preside Demetrio Sodi,
candidato panista a delegado de Miguel Hidalgo.
Los “anulistas” coinciden con los abstencionistas en que todas las
opciones son inaceptables, pero no comparten su pasividad e
indiferencia.
“Levantarnos a anular nuestro voto nos convierte en ciudadanos
ejerciendo el derecho de rechazar a los partidos y sentar las bases
para construir una mejor democracia”, establece el movimiento
“políticos nulos, votos nulos”.
Por su parte, en su blog “Anúlalos”, Germán Petersen, estudiante de la
licenciatura en Ciencias Políticas del Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de Guadalajara y ganador del
primer lugar del Certamen Nacional Juvenil de Ensayo Político 2007,
expone las diferencias entre anular el voto y abstenerse:
“Para nada es nuevo que muchos mexicanos no se presentan a votar el
día de las elecciones con el pretexto más burdo que uno se pueda
imaginar. El abstencionismo consciente como forma de protesta corre el
riesgo de perderse entre ese grupo de personas que por flojera,
desidia o cualquier otra razón sin sentido, simplemente no se
presentan a votar. Además, la cifra de abstencionistas varía mucho de
elección a elección; en cambio, el porcentaje de votos nulos
prácticamente nunca ha rebasado el 2.5% en el estado. Vayamos a votar,
pero de una forma que transmita nuestro descontento. La anulación es
la mejor que podemos encontrar.”

Traición a la patria

A la discusión entre los promotores de la abolición del voto, de
extendida presencia en la red –que focaliza su público clasemediero,
si bien se han impreso volantes que se distribuyen en algunas
ciudades–, se han sumado analistas que ponderan el fenómeno y aun
políticos como la experredista Rosalbina Garavito.
El más tenaz promotor del voto nulo es José Antonio Crespo, miembro
del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y autor de
rigurosas indagaciones electorales como Hablan las actas. Las
debilidades de la autoridad electoral mexicana, quien sostiene que
anular el voto no significa apatía, sino rechazo activo y deliberado a
todos los partidos.
“Es lo que suele llamarse ‘abstencionismo activo, o cívico’, pero que
fácilmente puede confundirse con el abstencionismo apático o
indiferente si no se plasma en una boleta anulándola con claridad”,
escribió Crespo en el diario Excélsior el 18 de mayo, al recordar que
la legislación mexicana no considera el voto en blanco, como en varias
democracias.
Se trata, explicó, de un espacio en la boleta, creado como una opción
legítima y especial para quien quiera votar “ninguno”. “Habrá que
empujar que en adelante se incluya ese derecho (que en general, aun
los ‘participacionistas’ reconocen como menos perjudicial
institucionalmente que sólo abstenerse de ir a las urnas)”.
Al respecto, Hinojosa afirma que, mientras no exista en México el
espacio para votar por “ninguno”, es preciso anular el voto como señal
de repudio al sistema actual, “que es una jaula de oro democrática,
una gran simulación”, y la sociedad no tiene opciones.
Al margen de militancia partidista, Hinojosa dice que ha “apostado”
todo su capital político a esta iniciativa que va más allá del rechazo
que se manifiesta a través de la abstención, que a los políticos no
les importa.
“Vamos a demostrar que habemos muchos que ya le estamos dando la
espalda al jueguito, porque no está dando resultados –afirma–. Un
éxito excepcional en Puebla sería que 10% de la gente anulara su
voto.”
Pero este viernes 29 sobrevinieron reacciones: el Partido Nueva
Alianza acusó a Hinojosa de que, llamando a anular el voto, promueve
acciones contra el proceso electoral previstas en el artículo 345 de
la ley electoral federal, cuyo castigo es una multa de hasta 500 días
de salario mínimo, y Sergio Cházaro, consejero local del IFE, afirmó
que esa campaña atenta contra los fundamentos de la democracia.
El político poblano dice que son señales “muy raras”, porque además se
le acusa de querer ser candidato: “Es una visión muy tonta. Ya fui
candidato y este no sería mi camino para volverlo a ser, ni siquiera
es seguro. No conecta una cosa con la otra. Lo interesante aquí es qué
va a hacer el IFE. Tiene de dos: desechar o imponer la multa. Deberían
desecharla, pero ¿me van a agarrar de caso ejemplar para que no se
insubordine la ciudadanía?”.
También en Jalisco ha habido reacciones adversas: el presidente del
órgano electoral, David Gómez, desautorizó la nulidad del voto, y la
campaña fue calificada por el exgobernador Ramírez Acuña como
“cobardía” y “acción contra México”, expresión semejante a la del
cardenal Juan Sandoval: “No hace labor de patria”.
Al respecto, el activista potosino Noel Algara dice: “¿Anular el voto
convierte en un criminal democrático? No. Muy al contrario, lo
convierte en un ciudadano modelo, que no rechazó sus deberes y
obligaciones. Pero cuidado, hay opiniones que realmente ‘matan a la
democracia’ y un cardenal que las expresa”.
Páez Agraz reflexiona: “Anular es un derecho constitucional que el
Estado nos debe garantizar. Estas declaraciones evidencian que los
políticos y líderes formales no han desarrollado comportamientos
democráticos. La democracia es un vehículo que funciona con
demócratas; de izquierda, derecha o centro, pero demócratas”.
–¿No se corre el riesgo de que, luego de las elecciones, se diluya el
movimiento y, después de lo que podría ser un “desahogo”, venga la
frustración?
–Si esto se diluye será cierto que los ciudadanos tienen el gobierno
que se merecen. Nosotros creemos que se puede tejer una red social que
se convierta en escuela de ciudadanos. Los ciudadanos tenemos que
preocuparnos por nuestro país.

Los votos del desprecio


Pedro Mellado
1 Jun. 09

En los resultados de la encuesta nacional que MURAL publicó el pasado viernes 29 de mayo, en la cual el PRI tiene el 37 por ciento de aceptación contra el 31 por ciento del PAN, surgieron dos datos particularmente interesantes: sólo el 41.7 por ciento de los ciudadanos entrevistados manifestó interés por acudir a las urnas el próximo domingo 5 de julio, y uno de cada 10 confesó que está considerando seriamente la posibilidad de anular su voto en franco rechazo a todos los partidos políticos y a todos los candidatos.

Si tomáramos como referencia esos indicadores, sobre la base de la Lista Nominal de Electores en Jalisco, validada el pasado viernes por el Instituto Federal Electoral (IFE) en 5 millones 133 mil 870 ciudadanos con credencial para votar, el 41.7 por ciento que parece dispuesto a acudir a las urnas equivaldría a 2 millones 140 mil 823 personas.

Sobre este universo de potenciales votantes, el 10 por ciento de quienes podrían estar dispuestos a anular su voto en Jalisco representaría a 214 mil 82 ciudadanos.

Para que usted tenga una idea de lo que esto significa, habría que considerar que todos los partidos que están en la contienda requieren de por lo menos el 3.5 por ciento de la votación captada en las urnas para conservar su registro en Jalisco y tener derecho al financiamiento oficial local, lo que pueden lograr con sumar 74 mil 928 votos en toda la entidad.

La importancia relativa de esos 214 mil 82 potenciales votos nulos es que serían equivalentes al total de sufragios que necesitarían candidatos como Héctor Vielma Ordóñez, del PRI o Luis Guillermo Martínez Mora, del PAN, para aspirar a ganar la Presidencia Municipal de Zapopan.

En 2003, por ejemplo, Arturo Zamora Jiménez, del PRI, obtuvo la Presidencia Municipal zapopana con 143 mil 776 votos; mientras que en 2006 la victoria del panista Juan Sánchez Aldana Ramírez se escrituró con 219 mil 327 votos.

Sobre una Lista Nominal Electoral que en el país representa a 77 millones 481 mil 874 ciudadanos, una participación del 41.7 por ciento significaría que acudirían a las urnas 32 millones 309 mil 941 personas. El 10 por ciento de votos nulos potenciales en todo el país equivaldría a 3 millones 230 mil 994 sufragios.

Esta cifra es impresionante si tomamos en cuenta que los partidos políticos necesitan obtener sólo el 2 por ciento de la votación en todo el país para conservar su registro nacional.

El voto nulo sería una severísima muestra de rechazo, que obligaría a los partidos políticos y a sus diputados federales a analizar con toda seriedad la necesidad de incluir en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos disposiciones para la realización de una segunda vuelta en los procesos electorales, cuando los sufragios anulados sumen más que los logrados por los candidatos inscritos para la contienda en cuestión.

Por supuesto, en esta segunda vuelta tendrían que contender candidatos diferentes o repetir sólo aquellos que hubiesen negociado alguna coalición entre dos o más partidos.

En una situación de esta naturaleza, se le podría exigir a los legisladores federales que incluyeran también en la Constitución el procedimiento para la revocación de mandato a mitad de periodo, para que pudiera aplicársele a diputados, alcaldes, gobernadores o presidentes de la República que fueran evidentemente ineptos, negligentes, frívolos o corruptos. Sólo con respuestas de esta naturaleza podrían recuperar la confianza de los ciudadanos.


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domingo, 31 de mayo de 2009

Voto nulo... o inútil

Paco Navarrete
26 May. 09

A medida que parecen disiparse los calores febriles de la influenza -a escoger entre típica o folclórica-, otros más álgidos amenazan con reventar el termómetro: los de la epidemia de campañas políticas.

Se acabó el miedo -aunque no el riesgo- a la infección y ahora sí, a sacar matracas y altavoces: todos andan en campaña; vecinos, compadres y chalanes del candidato. Todos. Hasta el chucho de la esquina parece traer una colorida pinta tricolor en el lomo, hasta que uno se acerca y respira aliviado: es vil sarna. Menos mal.

Pero el principal objeto de interés de candidatos y correligionarios no es derrotar a los contrincantes. Qué va: ahora se trata, además, de derrotar al abstencionismo y a su hijo ilustrado, recién llegado a la arena política, el voto nulo. Ahí donde la gente dejaba de ir a votar para quedarse en casa, bien guarnecida la despensa con chupe y botanas, bajo el pretexto: "de todos siempre gana el PRI", ahora se propone dejar la pasividad y la desidia a un lado, levantarse tempranito y bien peinado dirigirse a la casilla correspondiente, con su credencial de elector en la mano, tomar sus boletas y marcarlas con gigantesca X, para anular el voto, bajo la consigna: "todos son una bola de rateros".

Con los celulares desechables y el estrellato efímero (y minúsculo) en internet, ha llegado a nuestro país otro concepto altamente democratizador y motherno: el voto nulo. Éste, se supone, es el sumum de la expresión ciudadana ahí donde ésta no se toma en cuenta ni para las encuestas de las cervecerías; el non plus ultra de la resistencia civil en donde no se opone uno ni a que lo machuquen los camioneros y luego suban las tarifas porque les sale muy caro enderezar las defensas abolladas de sus bólidos mortales. El ora sí van a ver de una ciudadanía donde los grandes electores son la curia romana y las mafias corporativas -sindicales o empresariales, al gusto-. El hasta aquí de gente que tiene diciéndolo cada que le abren la billetera para sacarle unos pesitos de más...

El voto nulo. Puede uno odiarlo o amarlo, pero es como una variante A H1N1 del abstencionismo: ya mutó, ya está aquí. Se ve y se siente... y le cala hasta al presidente.

Eso es lo más inexplicable del asunto: la virulencia con que los poderes establecidos se le han ido a la yugular. Jefes de la Iglesia, jefes de partidos, autoridades electorales: todos y cada uno de quienes sacan directamente tajada del pastel electoral están en contra de tan infructuoso boicoteo. Y eso es, también, lo que lo hace tan atractivo. Por simple inferencia lógica: si toda la panda de rufianes está tan en contra, algo ha de tener de bueno.

Pero es verdad: el esfuerzo es estéril. Inútil. No sirve de nada, eso es lo malo. Por otra parte, no le sirve a nadie. Eso, a estas alturas del partido, es lo bueno. Que sirva como válvula de desahogo, sin que otro se aproveche de ello.

Sin embargo, en esto último aún no hay acuerdo. Hay quienes dicen que sí, que el ganador de una elección surge del total de votos emitidos, por eso no ir a votar no sirve de nada, porque ni siquiera se toma en cuenta; pero acudir a las urnas y luego anular el voto sí sirve, porque en un mundo ideal si fueran mayoría los votos nulos, se mandaría un mensaje claro de repudio a los cisticercos enquistados que llamamos "clase política"... y de todos modos saldría un ganador de los tres partidos nefastos que tenemos en el poder. O dos de ellos: al tercero ya se encargó su dirigencia legítima de mandarlo al escusado.

En fin... que si el voto nulo en realidad ayuda al partido en el poder (que ganaría por inercia), o a los partidos corporativos (que ganarían por sus votantes convencidos, o convenencieros, que es casi lo mismo), o a los partiditos minúsculos (que con menos votos conservarían su registro), los argumentos para desmotivarlo abundan. Pero el que me parece falsamente maquiavélico (es decir, estúpido) es el que afirma que es una pésima forma de protestar, que incluso llega a negar la condición ciudadana de quienes piensan anular su voto y además hacen proselitismo de ello, y para contrarrestar proponen que se vote por el que uno considere ser el menos malo. El "menos pior", pues.

Ah, qué mis amigos. Es como los miles de millones de pesos circulando en muy pocas manos alrededor de un deporte tan mediocre como el futbol mexicano. Cuando uno se da cuenta que éste no cumple ni con las mínimas expectativas de entretenimiento, y simple sencillamente se dispone uno a cambiar de canal, o a apagar de una vez el maldito televisor, justo aparecen los dueños de las televisoras para recriminarnos nuestro desamor. Que escojamos al menos malo, vale, pero que no seamos viles y nos alejemos de la "elección de todos". De todos los que se benefician de ella.


paco.navarrete@mural.com

lunes, 25 de mayo de 2009

CONCORDIA O DISCORDIA

Para el diario Público-Milenio

26-05-09

Esteban Garaiz

El destacado periodista Héctor Aguilar Camín señala que en una mesa redonda convocada por la revista Nexos, sobre la Concordia y la Discordia entre los Mexicanos, acudieron a la misma los presidentes de los tres mayores partidos políticos del país.

Según Héctor, “las diferencias entre los proyectos de gobierno y de país de los partidos grandes son de énfasis, de preferencia por esta o aquella política pública, pero no proyectos alternativos de nación”; y que “los partidos mayores están de acuerdo en lo fundamental”.

Parece que no todo el mundo va a coincidir con estas optimistas opiniones de Héctor Aguilar Camín sobre la concordia entre los mexicanos. Hay un punto en el que, sin duda, hay que darle toda la razón: la inmensa mayoría, salvo dos o tres casos no muy bien documentados de guerrillas, está a favor de la vía pacífica y de la manifestación no violenta de nuestros reclamos.

Incluso cuando el EZLN hizo la consulta ciudadana sobre su actuación, hasta los muchísimos simpatizantes de los zapatistas emitieron un claro mandato a favor de la vía pacífica, que fue correspondido de inmediato por el Congreso Federal con la Ley de Concordia y Pacificación.

Por supuesto, también es cierto que los partidos, como requisito condicionante para obtener el registro ante el IFE, se comprometen a actuar por la vía pacífica y dentro de la ley.

Pero afirmar que ninguno de los tres partidos grandes mantiene un proyecto alternativo de nación, es tanto como decir que el proyecto de nación que quiere y busca reformas profundas, radicales, al modo de gobernar, no tiene hoy ningún canal partidario para expresarse políticamente y para llegar a la representación nacional.

Eso es tanto como decir que el actual sistema de partidos sufre una grave disfunción, puesto que no puede canalizar el reclamo legítimo y pacífico de un proyecto claramente alternativo de nación que sostienen millones de mexicanos; y más si desde otra parte importante y muy poderosa de la nación es etiquetado como un peligro para México.

Si todo esto es así, no haríamos sino darle la razón al creciente y rugiente número de ciudadanos que está promoviendo la novena opción: anular el voto soberanamente, para que se vayan todos.

El tiempo dirá – y faltan sólo 40 días – si el salto dialéctico desde los tres partidos grandes, o sus presidentes, a los votantes es válido y legítimo para el análisis de la concordia nacional. Vamos a ver si es cierto que “los votantes eligen gobiernos razonablemente previsibles”; o si el voto sumado de algunos partidos menores más el voto deliberadamente anulado, no pone a pensar en serio en que, en efecto, hay alguna disfunción seria en el actual sistema de los partidos que hoy tienen registro legal, y resulta necesario, por la paz de la República, que todos queremos, buscar y encontrar de aquí al 2012 algún canal adecuado de participación electoral para esos millones de ciudadanos que hoy defienden un proyecto alternativo de nación.

Un proyecto de nación que busca triplicar el número de médicos contratados por el Estado; y que quiere reducir la vergonzosa mortalidad infantil de 19 niños muertos de cada 1000 nacidos, urgentemente a la tercera parte. Que reclama cobertura médica universal, y no falacias de seguro popular. Que quiere que la educación pública vuelva a ser realmente gratuita para que sea de nuevo el motor de la incorporación a la sociedad, y al mercado, que tanto buscan por fuera. Que reclama cuadruplicar el salario mínimo.

Un proyecto que exige que el Estado retome la función constitucional de la rectoría económica, que abandonó hace más de 25 años. Que quiere recuperar el patrimonio energético nacional, y no desangrarlo, para que vuelva a ser el motor del desarrollo productivo.

Proyecto que, para ello, lucha por una auténtica reforma fiscal que triplique la recaudación a partir de un auténtico impuesto progresivo sobre ganancias y sin tratamientos de excepción; y no un impuesto dolosamente regresivo como el IVA al consumo generalizado sobre alimentos y medicinas, para cargar a los más pobres y volver aceleradamente a la sociedad de castas del régimen colonial. Un proyecto que reclama instituciones públicas sanas, porque no queda ni una saludable.

Ese proyecto de millones de ciudadanos mexicanos requiere un canal y una expresión partidaria, que no sea nuevamente desvirtuada y corrompida desde el poder real. Así se podrá conservar, o recuperar, la concordia nacional.

jueves, 21 de mayo de 2009

Con la pena (3)

GACETA DEL CHARRO
Germán Dehesa
21 May. 09

Yo no voy a decir que por Amalia meto las manos al fuego, porque esto de rostizarse dos herramientas tan útiles en la oficina, ¡en la alcoba! y en el jardín, me parece bastante idiota

¿Por qué López Dóriga, tan legible en su trabajo periodístico, tan buen conductor de su programa del mediodía, se convierte en sope en la televisión nocturna donde, además de encamotarse con el teleprompter, experimenta moñificación de lengua?, ¿qué línea le darán sus patrones para, por ejemplo, evadir higiénicamente el tema del súbito deschavetamiento de Miguel de la Madrid que fue noticia de primera plana en el resto de los medios?, si las cosas están así, ¿qué confianza puede generar un noticiero selectivo que puede dejar fuera, o para los últimos 20 segundos, como ya ha sucedido, las noticias más importantes y por otra, dedicar empecinadamente grandes tramos de su programa a darnos cotidiana y puntillosa noticia de lo que va ocurriendo con el socavón que los santos del cielo, atendiendo a mis súplicas, hicieron allá en la colonia Nákoles. Ese drástico derrumbe tendría que haber ocurrido del otro lado del World Trade Center que es donde vive mi hermana, pero ya otra vez será. De cualquier modo, López Dóriga me cuenta día a día cómo van los trabajos de relleno ejecutados por unas maquinotas y unos cuates con casco. Yo veo estas interminables notas y me pregunto: ¿y todo esto, a quién le importa?

Mal están un individuo o una sociedad que permanentemente trastocan lo sustantivo por lo adjetivo... en este miércoles de clima bastante bonancible aquí en la Ciudad de México mi pensamiento se traslada a Zacatecas donde están mi amiga Amalia García, su hija que jamás será Amalia García y el torvo Agustín Monreal que tiene 17 hermanos aprox. y esto ya lo hace sospechoso. La gente de bien no se reproduce con esa conejil vehemencia. Ahora, además resulta que a don Monreal, hombre que milita al mejor postor en cualquier partido, no se le ocurre cosa más brillante que arrancarse contra Amalia y vincularla con el crimen organizado. Éste es el juego más de moda entre la buena sociedad mexicana: vincular a quien nos molesta, o nos cae gordo, o nos amenaza, con el crimen organizado. En una sociedad rumoróloga y chismosa como es la nuestra, estas adjudicaciones sin base ni prueba tienen mucha aceptación. Espero que no ocurra así con la cobardona y sospechosa acusación del tal Monreal.

Yo no voy a decir que por Amalia meto las manos al fuego, porque esto de rostizarse dos herramientas tan útiles en la oficina, ¡en la alcoba! y en el jardín, me parece bastante idiota. En tal caso, podría meter el dedo gordo de un pie, o todavía mejor, rendir mi amoroso testimonio de la impecable condición ética de Amalia García... Zacatecas me inspira una pregunta: ¿por qué hay tanta inquietud en los penales mexicanos?, ¿por qué tantas fugas? No lo entiendo. Si acá afuera estuviéramos en Jauja y no recibiéramos todos los días un tenebroso mensaje de parte de Carstens, o no hubiera tanta inseguridad y no hubiera tanto ratero suelto; yo entendería que los delincuentes quisieran salir, pero créanme, amigos hampones, ahí donde están, están bien... y ahora voy de mi corazón a sus asuntos: agradezco a tanta buena gente que me ha participado sus condolencias por el cierre de "La Planta de Luz"; tantos amigos hizo el lugar, que me comprometo a retornar aunque sea en un changarrito menos oneroso que se podrá llamar "El foquito". El resto de mi corazón está ocupado de momento en celebrar el inminente cumpleaños de mi amigo "El Canica" que cumple 70 y adquiere el prestigioso estatus de "Canicón", ocupado también en la causa Puma y en el trabajoso amor de las mujeres. He dicho.


¿Qué tal durmió? MDLV (1555)

Amados lectores: vayamos pensando en la estrategia del voto razonadamente anulado. Ya no queremos ineptos, ni mucho menos ladrones.

domingo, 3 de mayo de 2009

Los nulos no hacen Gobierno

'Los nulos no hacen Gobierno'

Afirma que es mejor anular que abstenerse, pero recomienda elegir a un partido político
Por José David Estrada

Guadalajara, México (3 mayo 2009).- Como autoridad electoral, el presidente del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) David Gómez-Álvarez no alienta el voto nulo y asegura que es mejor elegir una opción de las ocho existentes."Los nulos no hacen Gobierno y no tienen implicaciones políticas", advierte.Aún así, el funcionario asegura que un porcentaje significativo de votos nulos lanzaría la señal de que la gente no encuentra en los partidos políticos una alternativa por cuál votar y sugiere que si alguien piensa no ir a emitir su voto porque no le convence ningún candidato, es mejor que vaya a la urna y anule su voto.

¿Abstención o voto nulo?

Frente a la posibilidad de abstenerse completamente, es decir, el no asistir a las urnas el 5 de julio, me parece que es mejor opción acudir a la urna y anular el voto.Sin embargo, frente a la opción de anular el voto y votar por cualquiera de las ocho opciones existentes, me parece que siempre será mejor optar por uno de los partidos políticos existentes y darles la oportunidad de darnos a conocer como ciudadanos sus plataformas políticas, sus propuestas de campaña y sus ideales políticos.

¿Cuál es el valor legal de un voto nulo?

Es un voto que se contabiliza, pero no tiene ningún efecto político, tiene un efecto estadístico legal para la asignación de los cargos de elección popular en el caso de los diputados y los munícipes, pero no tiene ninguna implicación política en el sentido de que no genera ningún tipo de mandato o tenga algún tipo de implicación de Gobierno.No diría que sería un error, pero tampoco es una opción equiparable al voto válido que iría encaminado a una de las opciones existentes.

¿Y si hay un porcentaje alto de votos nulos?

La diferencia entre la votación total y la votación válida emitida sería más grande, pero al final, como no existen cargos de elección popular para los nulos, simplemente se compacta la votación y se divide entre los que legalmente están posibilitados para ocupar un cargo de elección pública.Sin embargo, un porcentaje significativo de votos nulos podría estar expresando un malestar social de parte de la ciudadanía frente a la clase política, podría estar mandando una señal de que no está encontrando en las opciones partidistas existentes una alternativa por cuál votar.

¿Se fortalecen los partidos grandes frente a un voto nulo mayoritario?

No necesariamente porque es proporcional, a la hora de restar el porcentaje de votos nulos respecto de la votación total emitida, es proporcional, y en ese sentido afecta al conjunto.

En España hay partidos cuya propuesta es dejar una curul vacía, en señal de rechazo...

En México no podría ocurrir, las leyes no lo permiten, el 100 por ciento de las curules se dividen entre los partidos con registro, no existen las candidaturas independientes y no tiene por eso ninguna implicación política ni de formación de Gobierno.Son referencias interesantes para la discusión política donde la clase política y los partidos deberían estar muy atentos a ese tipo de posibilidades.No se trata de suplir a los partidos sino de fortalecerlos por la vía de su acercamiento con la ciudadanía, que recojan más fidedignamente los intereses ciudadanos, que sean más transparentes, que rindan cuentas, por ese lado va el fortalecimiento de los partidos.

¿Los votos nulos de hasta el 40 por ciento en las elecciones argentinas de 2001 tuvieron alguna implicación?

No tuvo implicación, en ese sentido el régimen argentino es igual al mexicano, en cuanto a que los votos nulos no tienen implicación de Gobierno, es decir, que no se quedaron el 40 por ciento de las curules vacías, sino que las fuerzas que compitieron acreditadas fueron las que se distribuyeron el totalidad de las curules.

Promueven activistas sociales manifestar rechazo por la política

Ven opción en voto nulo
Promueven activistas sociales manifestar rechazo por la política

José David Estrada

Guadalajara, México (3 mayo 2009).-

Cientos de jaliscienses quieren seguir el ejemplo que pusieron los argentinos en el 2001, cuando hasta el 40 por ciento de los votantes rechazaron a sus políticos con votos nulos o en blanco.

"Para políticos nulos, votos nulos", señala el blog "Anulo mi voto".

Este blog fue abierto por Margarita Sierra, activista social que encabeza el Congreso Ciudadano y el llamado Movimiento por la Defensa del Dinero Público y el Estado Laico y tiene además un grupo en la red social Facebook, que cuenta con 206 seguidores —sube 10 diariamente— en el que se discute la utilidad o inutilidad de anular el voto.

"Si bien, como un acto individual, el voto nulo no tiene mayor significación, sí la tiene cuando se convierte en un acto de masas", escribe Sierra en el foro cibernético.

El grupo "Abstención/Voto Nulo 2009", con 333 seguidores en Facebook, deja abierta ambas posibilidades como alternativa para rechazar la forma en que se hace política en el País.

"Ante el total desencanto que ha provocado la clase política nacional, cada vez se escucha más hablar de un movimiento que promueva la abstención como una forma de reclamo activo, de un cambio de fondo en todo el sistema político mexicano.

"Discutamos si eso puede ser posible a través de la abstención o de la anulación del voto. ¿Qué se vayan todos?", se pregunta Eduardo Castañeda, creador del grupo.

Aunque el voto nulo no está reconocido como un acto deliberado y los códigos electorales lo catalogan como un error de los electores, expertos afirman que anular el voto es una opción para hacerle saber a los políticos que están haciendo las cosas mal.

"Mucha gente anuncia que no piensa ir a votar. A mí eso no me parece correcto, me parece que lo cívico es votar que ninguno es bueno", comentó Esteban Garaiz Izarra, quien en la elección del 2006 fue vocal ejecutivo de la Junta Local del IFE en Jalisco.

"Si llegara a haber en este País un porcentaje alto de votos deliberadamente nulos, que así fuera entendido por analistas reales de que son votos deliberadamente nulos, creo que alguien allá arriba en el poder político debe entender el mensaje: que hay gente que tiene un proyecto de nación que no tiene un canal político adecuado".

El porcentaje de votos nulos en Jalisco, entre las elecciones del 2000 al 2006, osciló entre el 1.5 y el 2.5 por ciento de la votación total y es en elecciones intermedias, como la que viene el 5 de julio, cuando los sufragios nulos se incrementan.

En la elección presidencial del 2006 se contabilizaron 900 mil 373 votos nulos, equivalente al 2.17 por ciento de la votación. Este porcentaje subió en la elección de diputados ya que un millón 33 mil 665 personas, el 2.51 por ciento del total, anularon su voto.

Los votos nulos no benefician directamente a ningún partido, ya que como se restan del total, el porcentaje que representaban se reparte de forma proporcional entre los votos a los partidos, sin embargo, aquellos con mayor voto duro tienden a beneficiarse.

Externan descontento

Argentina despertó en el 2001 en una pesadilla.

Antes, el presidente Carlos Menem les decía que eran de primer mundo y su moneda se cambiaba uno a uno con el dolar.

Después, los bancos se quedaron con los ahorros de la gente y nacieron los cacerolazos: multitudinarias manifestaciones al ritmo de los utensilios de cocina y al grito de "que se vayan todos".

El 14 de diciembre de ese año se realizaron elecciones legislativas en las que el voto nulo, sumado con el voto blanco, registró un 25 por ciento de la votación en promedio.

Le llamaron el "voto bronca", que presentó porcentajes superiores al 25 por ciento en la provincia de Buenos Aires, y más del 40 por ciento en la de Santa Fe, donde el rechazo superó la votación en favor del gobernante Partido Justicialista, según datos recogidos por el diario El Clarín.

La única consecuencia de los votos nulos fue hacer patente el rechazo ciudadano, ya que el 100 por ciento de los escaños, se repartieron entre los partidos que obtuvieron votos a su favor.

Rechazo

En la elección a diputados locales del 2003 se registró el porcentaje más alto de votos nulos en Jalisco con un 2.48 por ciento de los sufragios totales.
Elección votos nulos Porcentaje respecto

a la votación total
Gobernador

2000 34,736 1.60

2006 54,214 1.89

Diputados locales

2000 39,870 1.77

2003 57,101 2.48

2006 62,834 2.19

Guadalajara

2000 8,312 1.27

2003 13,415 1.98

2006 15,528 1.88

Zapopan

2000 3,839 1.22

2003 6,402 1.92

2006 7,572 1.62


Fuente: Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco

lunes, 27 de abril de 2009

Nuestra partidocracia crece… y se fortalece

José A. Crespo

Con la anulación del voto no se busca prescindir de los partidos para que la “sociedad civil” gobierne; se pretende transformar lo que tenemos.   

Según José Woldenberg, afirmar que los partidos no se diferencian en lo sustancial, equivale a que un botánico concluya que las plantas son iguales “porque todas tienen raíz, tallo, hojas, fruto y clorofila”, al ver sólo sus similitudes en lugar de sus diferencias (Reforma, 23/IV/09). Desde luego, los partidos se distinguen entre sí, pero quizá para ciertos fines específicos no muestren una diferenciación sustancial. Utilizando la misma metáfora de Woldenberg , el botánico podría concluir que un grupo de plantas tiene diferencias definitorias de tamaño, color, forma y propiedades, pero ninguna de ellas sirve para prevenir, por ejemplo, la influenza porcina. No hay contradicción en ello. Entre nuestros partidos podemos detectar muchas diferencias, tanto programáticas como organizativas: el PRI es partido de corporaciones y el PAN lo es (o era) de ciudadanos; el PANAL nació montado en el SNTE; el PSD está a favor de la despenalización del aborto y de la mariguana; el Verde impulsa la pena de muerte; el PRD está en contra de la “privatización” del petróleo; el PAN favorece el IVA a medicinas y alimentos… En una democracia genuinamente representativa, esos debieran ser los criterios para elegir. Pero si decido orientar mi voto por interrogantes como, ¿cuál partido es más confiable; cuál es menos corrupto; cuál está más comprometido con el país; cuál toma más en cuenta a los ciudadanos; cuál es más proclive a acotar los privilegios y presupuestos partidarios; cuál ha combatido la impunidad?, entonces, probablemente mi respuesta será ninguno.

Cita también Woldenberg cierta literatura de los movimientos antipolíticos y destaca sus eventuales contradicciones y falacias: se dice que es una impostura considerar a los políticos como una clase apartada de la sociedad civil, un gremio que antepone sus intereses particulares a los colectivos, que compite entre sí pero llega a acuerdos sobre sus intereses comunes e incluso llega a intercambiar impunidades por encima de la exigencia ciudadana de rendición de cuentas. ¿Y no se da eso en México? ¿De verdad? Los datos sobre la pérdida de confianza electoral y partidista de la más reciente encuesta de Gobernación no son casuales. A esa situación se le conoce como “partidocracia”, sobre lo cual también hay literatura especializada. El politólogo español Gonzalo Fernández de la Mora la define como “aquella forma de oligarquía arbitrada, en que los partidos políticos concentran la representación y la soberanía efectiva” (La partitocracia, 1977). En italiano, el término partidocrazia alude a un estado de “enfermedad del régimen democrático”, en el cual, según José Maranini: “El parlamento como órgano soberano y unitario para la articulación entre la mayoría y la oposición, no existe más. La partidocracia es la negación de la regla de la mayoría, pues un pequeño grupo de representantes concentra, sin rendir cuentas, la representación popular” (Mitos y realidad de la democracia, 1949).

Con la anulación del voto no se busca prescindir de los partidos para que la “sociedad civil” gobierne directamente ni se trata de esperar a que nazcan nuevos partidos con una forma distinta de hacer política (esa fue en 2006 mi expectativa —hoy defraudada— respecto de Alternativa Socialdemócrata). Se pretende transformar lo que tenemos. Considero que hay medidas con las que se podría incrementar nuestro control sobre los partidos (como la reelección inmediata), permitir una participación más directa en ciertas decisiones, reducir el financiamiento y los privilegios de los partidos o despartidizar las instituciones “autónomas”. Pero los partidos son reacios a tales reformas, precisamente porque afectan su poder y prebendas. Quienes sufraguen, buscarán el cambio bajo la premisa de que algún partido en efecto lo impulsará (lo pensé respecto del PAN en 2000, dada su larga historia democrática, pero muy pronto “mostró el cobre” del que está hecho). Quienes no compartimos esa premisa, buscaremos el cambio ejerciendo una presión sobre los partidos, para orillarlos —o al menos incentivarlos— a promover las reformas.

No me propongo disuadir, a quienes tengan un partido favorito, de no votar por él. Pero creo que es mejor anular el voto que simplemente abstenerse (pasiva o activamente). Lo primero es una posibilidad considerada como legítima en varias democracias, una forma no disruptiva de protesta (nuestra legislación permite votar por un candidato no registrado, para lo cual la boleta reserva un espacio, lo que jurídicamente equivale a anular el voto, según el TEPJF). Institucional y democráticamente, ¿no es menos riesgoso el “voto en blanco” que la abstención activa? Creo, contrariamente a lo que afirma el IFE en su publicidad pro voto, que un alto nivel de participación efectiva implica validar los abusos y las arbitrariedades de los partidos en conjunto y otorgarles el visto bueno para que sigan por la misma vía. Un “voto de castigo a todos” podría, quizá —sólo quizá—, moverlos a hacer reformas para compartir algo de poder con sus representados. Eso, si no quieren quedarse hablando solos o abrir la puerta a los “políticos antipolíticos” de los que habla Pepe.

Votar por el partido “menos malo” equivale —como dice un lector— a comprar la fruta menos podrida del mostrador, en vez de simplemente no llevar ninguna ese día (y, de paso, presionar así al vendedor a que, en adelante, ofrezca fruta fresca o, al menos, digerible). Es sintomático que, en conversaciones con amigos y colegas que me exhortan a votar, cuando los insto a decir cuál es, según ellos, el partido adecuado o el menos malo, y cuáles las razones para sufragar por él, recibo como respuesta un elocuente silencio. Quizá teman morderse la lengua. ¿Por qué opción —y a partir de cuáles de sus peculiaridades y virtudes— nos sugeriría Woldenberg sufragar? Igual nos convence.

Votar por el partido “menos malo” equivale a comprar la fruta menos podrida del mostrador.

domingo, 26 de abril de 2009

Discurso en el Zócalo

Andrés Manuel López Obrador


Por lo que a mí respecta, he decidido apoyar, a título personal, a los tres partidos, pero lo haré de manera diferenciada. Hasta el momento he definido, por ejemplo, ayudar en Chiapas, Oaxaca y Veracruz, a los candidatos de la Coalición Salvemos a México; y en Tabasco y en el Distrito Federal a los del PRD.

Mi respaldo al PT y a Convergencia se debe a que estos partidos no sólo formaron parte en el 2006 de la Coalición por el Bien de Todos, sino que después del fraude, han actuado de manera solidaria con nuestro movimiento…
Pero en ningún momento se ha llamado a la anulación del voto.


A partir de argumentos y diagnósticos ampliamente válidos, los promotores del voto inútil concluyen en una propuesta cómoda, con beneficios personales cortoplacistas, que a mediano y largo plazo producen resultados contrarios a los que se dicen buscar. La propuesta beneficia sólo a la derecha y a sus comparzas . Esta obviedad se explica por sí misma.

La argumentación indiscutible provoca confusión y adhesión de buena fé de unos, mientras que “troyanos” oportunamente aprovechan las cómodas condiciones que ofrece esta propuesta para atomizar la respuesta social.

El voto inútil es una propuesta cómoda en la medida de que expresa una satisfacción personal; “vengarse de un sistema perverso” en el anonimato de la casilla sin mayor compromiso. Propuesta tan cómoda y eficaz como la abstención que ganan más fácilmente consenso en la población contra toda otra oferta que implique pensar, y trabajar.

Después de la elección nadie dará la cara por los votos nulos, y como siempre sumados al abstencionismo perpetuarán el sistema.

En sí en el fondo el “voto inútil” es una solución suicida. Con la misma carga argumental en pro y contra del suicidio.

Tiempos de promesas

Parlamento de Colonias

Jaliscienses emiten su voto durante la 
elección de 2006

ARTURO CAMPOS CEDILLO
Tiempos de promesas

Ahora es cuando los políticos se nos acercan, nos adulan, nos chulean, nos ofrecen, nos prometen. Ahora es cuando nos nace la esperanza: “no es tan malo, parece buena gente, dice puras cosas buenas, se nota que sabe”, etcétera.
No caigamos en esa trampa trienal, no nos dejemos seducir de suaves palabras, de lindas caras, de invitaciones a reuniones “padres”; eso pasa cada tres años y luego... nada.
No queremos más promesas, no queremos hacernos más ilusiones, estamos hasta la madre de sus obras del tercer año, cuando nada hicieron durante los primeros dos años de cada trienio.
Es tiempo de fijar objetivos y parámetros medibles para cada uno de los inútiles que se postulan, esperando que ya se nos haya olvidado quién fue Gustavo González hace tres años, cuando autorizó mil 800 licencias irregulares como síndico de Guadalajara, ahora diputado estatal y próximamente diputado federal por la vía plurinominal (ni siquiera tendrá que prometernos nada, se cuela solito a San Lázaro (¡sin que nosotros podamos impedirlo!). O quién es Iván Argüelles, actualmente diputado local del Distrito X, quien nunca se molestó en defender a los vecinos de Jardines del Sol, su distrito; al contrario, desde el inicio, pese a su evidente ignorancia, de manera descarada buscó convencer a los habitantes de la total legalidad de las licencias de construcción para el proyecto de La Ciudadela, cuando la situación ilegal de las mismas era más que obvia.
O quién es Jorge Salinas, actualmente diputado local y coordinador de la bancada del PAN en el Congreso del Estado, quien a sus tiernos 37 años pretende la alcaldía de Guadalajara, siendo una extensión sin voluntad propia del hombre más poderoso de Jalisco.
Es hora de fijar objetivos y parámetros medibles; es decir, no dejemos que nos ofrezcan, no. Nosotros, los patrones, diremos y exigiremos. Somos modestos los ciudadanos, sólo queremos lo más básico para nuestra vida, que nos garanticen una calidad de vida digna. Una calidad de vida digna quiere decir una vida en una sociedad sana, segura, justa y equitativa.
Y ¿por qué estamos buscando eso? Simple: porque no lo tenemos. Nuestra población no se encuentra sana. Estamos enfermos. La población está enferma. Sólo nuestra autoridad estatal insiste en confirmar que estamos sanos, o sea, enfermos, pero dentro de la norma.
¡Oigan, Jalisco está enfermo, muy enfermo! Tenemos el primer lugar de cáncer de mama en la República. Tenemos la peor calidad del aire de todo México, la mayoría de nuestra población padece problemas de las vías respiratorias o gastrointestinales. ¿Una sociedad sana? No.
¿Segura? Ni vale la pena perder muchas palabras sobre la inseguridad en la que vivimos actualmente. Esta es una situación general en todo el país. ¿Una sociedad segura? No.
¿Qué pasa con eso de una sociedad justa? Desde hace más de un año, el Parlamento de Colonias ha estado reclamando la inexistencia de un estado de derecho en Jalisco. Nuestras autoridades judiciales se han convertido en cómplices de los depredadores inmobiliarios y de los inescrupulosos inversionistas. Cuántos casos hemos vivido durantes los últimos años, donde la ley estuvo del lado de los vecinos, pero la justicia se sirvió para los “influyentes”. La administración de justicia en Jalisco se ha reducido a un simple acto de compra-venta. ¿Sociedad justa? No.
La palabra equidad existe en nuestras leyes, no cabe duda. Equidad de género, equidad de condiciones, equidad de razas, etcétera. En realidad tenemos una población extremadamente inequitativa, que se desarrolla de manera paulatina hacia una sociedad polarizada. México es un país muy rico, pero la mayoría de la población está en condiciones de extrema pobreza. Los “de arriba” ni saben cómo viven los “de abajo”. Las riquezas de nuestro país están mal distribuidas, en manos de unos pocos. De la misma manera se dan las oportunidades; son para los “de arriba”. Una sociedad de clases, se habla de tres clases, la clase baja, media y alta; la “alta”, un clan de unas pocas familias; la “media”, una especie en extinción, ¿qué nos queda a todos? Un futuro en la “baja”. ¿Sociedad equitativa? Desde luego que no, no y otra vez no.
O sea, lo más básico, lo más elemental no lo tenemos. Estamos viviendo en una sociedad enferma, insegura, injusta e inequitativa, obra de nuestros representantes y gobernantes. Pero también obra de nosotros mismos, porque permitimos que cada tres años llegue la misma basura a reciclarse, regidores se van de diputados locales, diputados locales se postulan para diputados federales, diputados federales brincan al Senado. Los que se quedan sin hueso son acomodados como funcionarios en altos niveles en los gobiernos municipales, estatales y federal.
Pongámosles un alto. Exijámosles nuestros derechos más fundamentales, esa vida digna, en una sociedad sana, segura, justa y equitativa, y que nos digan cómo piensan lograrlo, y auditémoslos en cada paso para medir si van para adelante o para atrás, si trabajan para nosotros o para sus propios intereses. Pongámosles metas, y si no las alcanzan, no sirven, no los queremos. Y que de una vez nos digan si se comprometen a ser auditados por nosotros, porque si no, que ni vengan a adularnos, ofrecernos una cachucha, una camiseta, una despensa. Esta vez no los reciclaremos. Serán residuos no aprovechables.

Vayamos por partes

Eduardo Rosales Castellanos


Vayamos por partes. Un grupo de personajes ligados a ciertos movimientos sociales o espacios académicos cercanos a la izquierda ideológica, decide que no hay una opción electoral que les resulte atractiva. Después, esos mismos personajes deciden que su sentimiento es la encarnación misma de la voluntad popular; ellos son, después de todo, "la sociedad civil". Finalmente, deciden organizarse y desde diversos espacios periodísticos convocan a anular el voto en la próxima elección. Y aunque el asunto ha permeado poco socialmente, eso no hace menos irresponsable el llamado.

Es irresponsable llamar a no votar, primero, porque muchos de ellos saben, que el que no exista una izquierda moderna no implica que todas las opciones sean lo mismo. Siempre habrá entre partidos políticos o candidatos alguno que cubra algún porcentaje, mayor o menor, de las expectativas personales. Para decirlo en términos que se entiendan desde el pesimismo ilustrado: siempre hay alguien menos alejado del ideal del político a que se aspire. Por definición, no se puede decir que todos los miles de políticos profesionales o semiprofesionales de Jalisco sean iguales.

En segundo lugar, es irresponsable hacerlo, cuando nuestra democracia sufre embates desde el crimen organizado. El Gobierno federal y muchos estatales y municipales de todos los colores están librando batallas frente a grupos organizados que cuentan con más recursos que los del Estado. Nuestro régimen democrático no estará a salvo mientras no se gane esta batalla y un elemento indispensable es contar con la legitimidad y el apoyo social que permitan enfrentar estos tiempos difíciles. Un llamado al abstencionismo nada más porque mi amigo el académico no quedó en tal cargo o a nuestro aliado lo removieron de tal institución es una irresponsabilidad histórica imperdonable.

Es irresponsable insinuar siquiera que el voto no sirve de nada. Sin ir muy lejos, se sabe que la transición democrática que vivimos en 1995 es la etapa de mayor generación de infraestructura en muchos Municipios, en la historia del Estado. Pero a nuestros amigos de la corrección política eso les parece poco. Si en Los Altos o en la Costa hablan de carreteras, inmediatamente se acordarán que una (sí, una) de las decenas de carreteras hechas el sexenio pasado, sufre derrumbes. Si se cuentan los empleos recuperados este año ya, es que son medidas electoreras. Si se habla del primer esfuerzo integral de reordenamiento del transporte público como el que se está haciendo, lo importante son las expendedoras de boletos que no funcionan a la perfección. El asunto es demostrar que todo está mal.

Y es irresponsable además, porque el llamado ignora la urgencia de votar en lugares específicos, por ejemplo en Pihuamo o La Huerta, donde coaliciones sociales y políticas de facto luchan contra viejos y nuevos cacicazgos. En esos sitios, la batalla se dará en las urnas y a través de partidos, pero la elección decide mucho más que al siguiente Alcalde. Para muchos de los ciudadanos que ahí habitan implica el modelo social que habrá de regirlos en los próximos años, el peso del crimen organizado en las cuestiones públicas y lo que se venda o deje de vender afuera de sus primarias y secundarias.

Es cierto que muchas encuestas hablan de una mala imagen de los políticos y sus partidos. La democracia misma en México y en muchos países está desacreditada. Pero esos mismos ciudadanos que se quejan de la democracia la usan. Más de la mitad de los ciudadanos, por ejemplo, suele ir a votar. El ciudadano común muestra mayor sabiduría que nuestros abstencionistas confesos. Ellos saben que el voto cuenta y termina determinando un rumbo a seguir, aunque no sea el ideal desde su punto de vista personal. Igual nos quejamos de nuestro sistema educativo y la opción para mejorarlo no es educándonos en casa.

Lo peor del caso es que, sea cual fuere el porcentaje de participación electoral, dirán que su campaña fue exitosa. Al ser una elección intermedia, es de esperarse que la participación de los votantes sea menor que en la pasada elección. Y se adjudicarán el porcentaje y dirán que lo lograron en sus salones de clase y en sus columnas periodísticas. Eso reforzará su convicción de que representan al pueblo mismo.

Por eso es irresponsable llamar a la abstención. Y más aún cuando, sospecho, todo procede de no encontrar una opción política que les represente fielmente. Sería quizá más fácil no ir a votar y punto. Pero eso no sería chic. Una campaña por la abstención les limpia la conciencia.


Eduardo Rosales Castellanos es presidente del Comité Directivo Estatal del PAN Jalisco

Anular el poder de decidir

26 Abr. 09

Jorge Narro Monroy


¿Qué hacer frente a unas elecciones -las del domingo 5 de julio- en las que ninguno de los partidos políticos despierta simpatías y, peor aún, credibilidad?

Tenemos dos opciones: no acudir a la casilla o hacerlo y anular los votos.

Salvo por el hecho de que ninguna de las dos tiene consecuencias jurídicas (esto es: no provocan la declaración de invalidez de la elección) y de que ambas son conductas respecto de los comicios (una de acción y la otra de omisión), abstenerse y anular el voto son acciones radicalmente distintas.

Si uno elige la abstención, es porque privilegia el voto como derecho: "Es mío, lo tengo, pero no lo uso", "Puedo, pero no quiero". Desde la perspectiva de la libertad, quien obra así enfatiza lo que los teóricos llaman la libertad negativa; esto es, la libertad "de" o "respecto de". En este caso: la libertad frente a las elecciones. El acento, al final, está colocado en el individuo.

Si, en cambio, uno decide acudir a la casilla, recoger las boletas y anular los votos, es porque -me atrevo a decir que más consciente que inconscientemente- privilegia el voto como obligación: "Debo -y quiero, por supuesto- participar en las elecciones". (Uno podrá decir que en México votar no es una obligación, porque no hay sanción -como en otros países- para el que no lo hace. Pero con independencia del dato jurídico, uno lo percibe como "obligación ciudadana", como obligación "de un buen ciudadano".) Pues bien, desde la perspectiva de la libertad, quien vota, pero vota anulando, subraya la libertad positiva; esto es, la libertad "para". En este caso: la libertad para realizar una acción afirmativa. Y coloca el acento en la colectividad, en la comunidad política.

(Para complejizar un poco más las cosas, digamos que desde cierta perspectiva se puede decir que la abstención es participación pasiva, mientras que la anulación es participación activa.)

Yo -si me preguntan, y si no también lo digo- no soy liberal y no me sumaré a la abstención. Soy -si me preguntan- una versión de comunitarista, al que le pesan más el deber ciudadano, la libertad positiva, la participación activa y la comunidad política. Yo iré a la casilla, pero a anular mis votos (sobra decir que eso no me hace moralmente superior a los que se abstengan o a los que voten).

Ya he dicho que ni la abstención ni la anulación tienen consecuencias jurídicas. Pero no he dicho que sí las tienen de carácter político. Ambas tienen significado político. El de la abstención es absolutamente ambiguo: puede ofrecerse como interpretación que eran elecciones intermedias -en las que siempre se eleva la abstención-, que hacía calor, que estaba lloviendo, que la gente es poco responsable o no le interesa la política, etcétera, etc, etc.

El significado del voto nulo es mucho menos ambiguo. Pero con una condición: sí, y sólo sí, supera significativamente el porcentaje usual: alrededor de 2 por ciento de los sufragios emitidos.

Pregunto: un alza relevante, notable, del porcentaje "acostumbrado" de votos anulados (para llegar a ¿10 por ciento? ¿a 15? ¿más?), ¿no es suficientemente claro que no tiene como causa la iletralidad, el analfabetismo, la distracción -el error imputable al ciudadano- sino otra cosa? ¿Otra cosa, como el repudio a los partidos, al sistema político...? (A cuál de ellos no es claro, pero recordemos que el voto nulo "abundante", aunque sea menos ambiguo que la abstención, no deja de ser ambiguo).

Yo participaré en los comicios, pero para expresar mi repudio a todos y cada uno de los partidos, que son, para efectos prácticos, iguales entre sí. Y para expresar mi repudio al IFE y al Instituto Electoral local: (mal)hechuras de esos mismos partidos para defender sus intereses y los de sus burocracias y sus jefes, no para representar los nuestros.

Por supuesto todas estas reflexiones se refieren a la participación en la arena electoral, que no es la única ni la más importante forma de participación. El voto -anulado, ignorado o emitido por uno o varios partidos- no es la única manera de exigir derechos y cumplir responsabilidades. Es la manera "electoral" (elegir representantes) de hacerlo, es la manera "en la arena" o en "la querencia" de los partidos. Pero no es la única...


Jorge Narro es politólogo y profesor del ITESO. jorgen@iteso.mx

miércoles, 22 de abril de 2009

Urnas para la ciudadanía

Marco Rascón

No hay que abstenerse, no hay que confundirse: el problema está en la clase política y sus estructuras institucionales, no en la política. El problema son los políticos; la solución es la política.

Ciudadanizar los procesos electorales no es despojarse de ideología ni correrse “al centro”. Ciudadanizar los instrumentos del poder, en particular los procesos electorales, es una necesidad, un principio democrático y un proceso.

Se puede avanzar mediante rupturas y coyunturas concretas, pero también con reformas graduales. El objetivo es solucionar el secuestro de los procesos electorales que perpetraron los partidos, abriendo los accesos para ejercer el poder, legislar, comunicar, recaudar, distribuir, desde la perspectiva directa de la ciudadanía y no sólo desde el filtro de los partidos y sus profesionales.

Con las reformas electorales anteriores se creó el Instituto Federal Electoral (IFE) y sus estructuras estatales, bajo el principio de la autonomía, la presencia ciudadana y de los partidos políticos; hubo alternancia del poder entre partidos; cambios en la estructura de los órganos legislativos y la forma de designar consejeros y magistrados en el nuevo poder electoral y judicial. Hubo, con ello, nuevos órganos de fiscalización de la función pública para crear nuevos equilibrios y de esta manera se asignaron recursos, presupuestos y prerrogativas; sin embargo, pese a cientos de cambios, poco cambió. Nuevas formas de perversión del poder, nuevos atavismos y un nuevo conservadurismo nacieron al paralelo del México reformado. Todos los partidos políticos se cerraron y hoy se colapsan jurídicamente ante el cúmulo de violaciones sistemáticas, la disputa por el control de los órganos electorales y de vigilancia para informar y equilibrar. La lucha por las prerrogativas es la lucha por los porcentajes en las urnas, sin que importe la magnitud de la abstención ciudadana. La transfusión de recursos de los presupuestos electorales a los medios de comunicación para promocionar el voto partidario es inmensa y poco ayuda a politizar a la ciudadanía. La comunicación electoral se ha convertido en lugar común de frases y personajes que tratan de darse a conocer, sin tener obra social ninguna.

El IFE se ha transformado en los últimos tiempos por la presión de los partidos, no de la ciudadanía. Las formas de elección de sus consejeros se pervirtieron y los partidos las han querido hacer un reparto. El cúmulo de multas es millonario y a los ojos de la ciudadanía se aplican y condenan con alto nivel de discrecionalidad que no se da en otros ámbitos administrativos, menos fiscales.

La relación entre prerrogativas a partidos y recaudación fiscal no existe, pero destruye la credibilidad en los órganos electorales y las campañas para renovar poderes. Los ciudadanos causantes son atados y vigilados; los partidos, constantemente liberados. Esto ha permitido que crezca el esquema conservador de que hay que abstenerse, alejarse de la política y que los partidos no son necesarios. Las ideas autoritarias y dictatoriales crecen, mientras los principios democráticos naufragan.

Todos los partidos políticos registrados han mostrado desde lo interno una cultura autoritaria. El clientelismo político se ha hecho una costumbre para mantener posiciones internas que permitan acceder al campo de lo externo. Los pequeños grupos hacen alianzas para representarse y hasta los liderazgos partidarios se derrumban frente a la voracidad por los puestos. La ciudadanía no tiene ninguna posibilidad de acceder por estos medios a la representación legislativa, menos al gobierno. En todo caso, podrán ser invitados como funcionarios, pero en condición de subclase; no tienen acceso al poder de manera directa. Son los partidos y su actuación los que alejan a la ciudadanía de las urnas, pues al final el resultado electoral en poco cambia las formas de gobierno y las políticas públicas, ante la pérdida de la imaginación de esa clase política partidaria, cada vez con menos compromisos y menos relación con la sociedad.

Para estas elecciones de 2009 es posible expresar el hartazgo ciudadano, organizando un proceso electoral paralelo que cuestione el sistema de partidos actual, que no sólo convoque a votar por candidatos, sino también por temas que cambien las prácticas políticas y vuelvan a conectar la política con la ciudadanía. Urnas para los ciudadanos, con boletas y cómputo propios que recuerden el plebiscito ciudadano de 1993 en la lucha por elegir gobierno propio en el Distrito Federal. Urnas para abrir el acceso a candidaturas independientes para el acceso ciudadano y llenar de propuestas directas, verdaderas, las campañas y los representantes.

La incapacidad de los partidos políticos actuales para representar, conducir, transformar y abrir a la ciudadanía no vendrá de los mismos partidos que se benefician con las estructuras actuales, sino de la ciudadanía, que debe presionar con sus urnas el mismo día de las elecciones.